martes, 26 de junio de 2007

Chinatown

...veintitrés, vienticuatro y veinticinco...

Nunca ha sido lo mío esto de los diarios. Cuando hice la comunión, me regalaron uno de esos con su candadito y todo. Sobra decir que sigue cerrado, dormido en algún cajón, compartiendo espacio con libretas de sociales y matemáticas del colegio. Por eso ésto no es un diario. Es, simplemente, un blog. Así que escribo cuando me da la gana y no necesariamente de temas personales.

Haré una excepción, si es que no la he hecho antes. Para los que no lo sepan, por motivos de trabajo me voy a China mañana. Estaré 9 días allí. La verdad, hace cuatro meses, cuando despachaba DVDs de alquiler, no se me ocurría que dentro de un tiempo estaría en la otra punta del mundo. Gira el mundo gira...

Ayer por la tarde puse Radio 3 después de un tiempo sin escucharla y oí La ciudad invisible, uno de mis programas favoritos. En este programa siempre preguntan al invitado cuál es su ciudad invisible. Ayer, un poeta que escribe haikus respondió que sería una mezcla de todos esos sitios donde había sido feliz, aunque fuera por un instante.


Me quedé plantado mirando al final de la avenida. El sol se estaba poniendo por allá como siempre.

Y entonces vi las puestas de sol sobre la Alhambra, las luces del Albaycín enciendiéndose, y pude oler las especias al lado de la Catedral, el aroma de la calle de las teterías, y oir la música en la Plaza de las Pasiegas los miércoles noche...

También sentí el agua fresca de las piscina de mi campo, el sonido de la cadena de mi bicicleta al bajar la cuesta de la cabina a toda velocidad, los goles dedicados al cielo en el Estadio Veneno, el colchón de agujas de la pinada...

La lluvia fina de Bruselas caló mi piel una vez más, al tiempo que las luces de navidad iluminaban la Grande Place... en el Matongé la música sonaba por las calles y algunos volvían haciendo eses de una TD, buscando una calle que hace tiempo dejaron atrás... en el Delirium, sigue la jam session como cada domingo.

El sol me volvió a pinchar una vez más al ritmo cortante del reguetón mientras mastico caña de azúcar. Los niños juegan descalzos y me piden que los cargue a mis espaldas. Me siento a la sombra del portal y le pregunto a Alberto cómo estás. Regular, tranquilo, me responde. Hablamos de proyectos para el batey mientras nos bebemos dos Presidentes...

... o dos pintas de Guinness al caer la tarde, mirando los coches pasar, y las vacas, y las banderitas verdes blancas y naranjas que cuelgan de las casitas de Birr. También queda el césped siempre húmedo, las urracas sobre el techo de pizarra de las Iglesias católica y protestante que comparten el mismo patrón, las casas de colores, los palos de hurling...

... veintitrés, veinticuatro y veinticinco...

Y no me olvido de tantos otros rincones que pintan ese lugar común llamado yo mismo. Lo que pasa es que no quiero ponerme pesado...

Veremos si mi experiencia en China añade un barrio más a mi ciudad invisible...


BSO Fiona May - Paramarte (El gran baile de Satanás)

1 comentario:

Unknown dijo...

tu ciudad invisible pronto tendrà otra inquilina...la tan ansiada bosnia y vas a poder pintar màs rincones y tener muchos instantes de felicidad...besotes