Creo que ya sabes de qué estoy hablando.
Ahora no recuerdo, ahora me siento en el banco del parque que hay enfrente de mi casa, a los pies esta vez del que parece único árbol que tiene ganas de crecer en esta tierra desagradecida. Mirando los dátiles secos del suelo me pongo a imaginar, que es como recordar pero con más libertad, y te veo a ti y a mí en la azotea de un edificio, mirando las luces de Bruselas. No hace falta que te diga que esto es un párking y estamos, por supuesto, en la décima planta. El tiempo juega a nuestro favor. La vida nunca había sido tan fácil de beber. Nos cuelgan los pies al vacío entre los barrotes de la barandilla. Hablamos sin parar, reimos hasta que nos duele todo. El viento sopla tan frío como siempre sobre las luces que hacen brillar el Atomium. La noche le sienta bien a la Grande Place.
No hay distancia ni planes de futuro ni matrículas ni plazos ni trabajos basura ni vuelos de bajo coste que valgan. Sólo tenemos estos días, cuando tu casa dejó de ser tuya y guardabas tu ropa en una bandeja de plástico, cuando reíamos como borrachos por la manera en que llevabas tu colchón de un lado al otro del salón, cuando tú eras Trappa y yo Rafa después de comer... No se trata de vivir de recuerdos, pero tampoco de olvidar de dónde veníamos y adónde vamos.
Como bien dices, hermano, se trata de imaginar. Por eso te veo sentado a mi lado, en tu sitio secreto, como si realmente me hubieras llevado allí alguna vez. Y te oigo decirme que brindemos porque el vértigo no sea miedo a caer sino ganas de volar.
BSO Jovanotti - Mi fido di te